Tailandia y Camboya han acordado un alto el fuego inmediato e incondicional después de cinco días de intensos combates a lo largo de su frontera en disputa, que han causado la muerte de decenas de personas y desplazado a más de 150,000. El conflicto se centra en disputas territoriales de larga data, especialmente en torno a antiguos templos hindúes, y ha estallado periódicamente en violencia durante décadas. Actores internacionales, incluido el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, desempeñaron roles clave en la mediación del alto el fuego, con Trump utilizando amenazas comerciales para impulsar la paz. A pesar del acuerdo de alto el fuego, existe escepticismo sobre su durabilidad, ya que ambas partes se acusan mutuamente de mala fe y los enfrentamientos esporádicos han persistido. La crisis ha destacado la fragilidad de la estabilidad regional y los riesgos económicos para ambas naciones, especialmente en el turismo.
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