Una ola de oposición se está construyendo en contra del plan del Presidente Donald Trump de imponer aranceles elevados, de hasta un 35%, a los bienes canadienses, con legisladores bipartidistas de EE. UU., líderes empresariales y funcionarios canadienses advirtiendo de graves consecuencias económicas. El estado de Washington y Columbia Británica son particularmente afectados, ya que el comercio transfronterizo y las pequeñas empresas enfrentan costos crecientes, incertidumbre y disminución de ingresos. Los líderes de ambas regiones, incluyendo al Primer Ministro de B.C. David Eby y la Senadora de EE. UU. Patty Murray, se han unido para pedir el fin de los aranceles, citando daños a empleos, agricultura e industrias marítimas. Encuestas muestran que la mayoría de las empresas fronterizas ya están sufriendo, y los funcionarios advierten que la guerra comercial podría causar un daño duradero a la históricamente sólida relación entre EE. UU. y Canadá. A pesar de los llamados a imponer aranceles de represalia, los funcionarios canadienses advierten que la escalada podría perjudicar aún más a las economías locales sin cambiar la política de EE. UU.
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